Los aruaquismos insulares son los vocablos que pasaron al español provienentes de la lengua que hablaban las comunidades indígenas de las Antillas Mayores y las Bahamas durante la transculturación indohispánica que siguió a la conquista. En el proceso de su introducción, se produjeron transformaciones para acomodar su fonética y morfología al español, y en ocasiones, algunas evoluciones semánticas, como señala Tomás Buesa  Óliver1 refiriéndose a los indoamericanismos en general.

En el español hablado en Cuba se han relacionado 374 de estas voces por el investigador y lingüista cubano Sergio Valdés Bernal2, quien al subrayar la significación de este legado léxico, apunta:

No es tan importante por la cantidad de vocablos como por la trascendencia de los mismos, ya que hacen alusión a objetos, fenómenos y conceptos propios del entorno cultural y geográfico cubano, por lo que ningún vocablo de origen hispánico pudo suplir su función significativo-denominadora3.

Sin embargo, más allá de su origen aruaco insular, se desconoce la etimología de muchas de estas palabras, así  como el significado y motivación de un elevado número de topónimos con esa misma procedencia que existen en Cuba, realidad que evidencia la necesidad de nuevos estudios sobre la materia.

A partir de la revisión de la obra de Sergio Valdés Bernal, identificamos 11 aruaquismos insulares con el segmento cagua presente en su estructura, en el español hablado en Cuba. Además, incluimos otro vocablo: cagua, ‘sombrero’, por considerar que puede demostrarse su origen aruaco insular, para un total de 12 aruaquismos insulares (Tabla 1).

Tabla 1

Aruaquismos insulares con el segmento cagua en su estructura, en el español hablado en Cuba, agrupados por campos léxicos, con su referente.

La Real Academia Española, en su Diccionario de la lengua española (2014), incluye tres de estos vocablos: caguairán, caguama y caguaso, sin identificarlos como aruaquismos insulares.

Además de los vocablos relacionados, también se examinarán la voz coa y los topónimos Baracoa y Guaniguanico, cuya etimología presenta aspectos comunes con la de varios de los primeros.

Fuentes y métodos

Los aborígenes de las Antillas Mayores y las Bahamas hablaban una misma lengua perteneciente a la familia lingüística suramericana aruaca, sin desconocer posibles diferencias dialectales o variantes en cada isla y especificidades regionales en cada una de ellas4. Esta lengua se conoce como taíno o aruaco insular.

El aruaco insular se extinguió como lengua viva entre los siglos XVI y XVII sin haber desarrollado aún escritura y su estudio se ha basado en tres tipos de fuentes principales: la información sobre palabras y algunas frases recogidas por los cronistas de Indias y escribanos; la obra de lexicógrafos de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, quienes desde el siglo XIX recogieron y estudiaron los aruaquismos insulares; y los diccionarios, gramáticas y estudios existentes sobre las lenguas aruacas, en especial el lokono o aruaco legítimo de las Guayanas.

Son estas mismas fuentes las que fundamentan el análisis que presentamos en este artículo.

El estudio comparativo constituye el principal método empleado, dirigido a la búsqueda de similitudes léxicas y fonéticas entre el aruaco insular y el lokono que permitan determinar el significado de los aruaquismos insulares. Su empleo es posible gracias a la estrecha relación filogenética entre estas lenguas. Según Kouwenberg, “la evidencia léxica y morfológica -a pesar de ser limitada- fundamenta la opinión de que el taíno y el lokono son dialectos cercanos de una misma lengua”5.

También aprovechamos las pistas que brinda el carácter descriptivo del modelo de nominación común a ambas lenguas. John Petter Bennett, hablante nativo de lokono, explica este rasgo de la siguiente forma:

Algunas cosas parecen tener varios nombres diferentes, pero esto solo se debe a que la gente suele nombrar o identificar algunos animales o cosas de acuerdo a un atributo particular que posean; puede ser debido al trino o canto de un ave, o al olor o gesto de un animal. Por ejemplo, la gente llama al tipo mayor de pecarí keheroñ, a causa del fuerte olor del animal. Llaman al pájaro karoba, hanakwa, debido a su canto.El animal conocido como vaca de los arbustos (tapir), se nombra kama en Loko, pero habitualmente lo llaman maiupuri que es su nombre en Caribe. Cuando usted sepa cómo hablar Loko, podrá decir cuál es el nombre real y cuál es solo un sobrenombre de cualquier animal6.

C. H. de Goeje también señala esta característica del lokono:

… en el aruaco tenemos una lengua bien desarrollada, en la cual existe una conexión íntima y esencial entre la idea y la palabra7. …una palabra aruaca es una descripción de unas pocas características de la cosa, y la misma cosa puede ser también descrita mencionando otras características que le pertenecen. Y en esta forma los sinónimos pueden entrar en uso sin que exista ninguna desviación de los principios de la lengua8.

Dada la cercanía de las lenguas, es de esperar que en el aruaco insular se mantenga este mismo modelo de nominación, tesis que es adoptada como hipótesis de trabajo y demostrada en el transcurso de esta investigación. Al estudiar la etimología de un aruaquismo insular, se comparan las características del referente con el significado de un posible vocablo lokono cognado, lo cual permite identificar el atributo o característica  que motivó el nombre y, al mismo tiempo, confirmar la validez de la selección del vocablo cognado.

Cuando los significados registrados por las fuentes no permiten identificar un morfema lokono cognado, se estudia una muestra numerosa de aruaquismos insulares donde esté incluído el morfema cuyo significado se desconoce, y éste se deduce a partir de las características que se repiten en los referentes. El mismo procedimiento se aplica a una muestra numerosa de vocablos del lokono  donde también se encuentre incluído el mismo morfema y se comprueba que se repitan las mismas características encontradas en la muestra de aruaquismos insulares.

Se emplean elementos del análisis componencial de la semántica estructural cuando es necesario delimitar entre sí significados de un mismo vocablo o familia léxica. Facilita también el estudio de la evolución diacrónica de los vocablos y sus significados.

El método de análisis histórico-lógico es utilizado para confirmar el origen aruaco insular de algún vocablo; explicar la evolución de las transformaciones fonéticas y morfológicas de los aruaquismos insulares; verificar la factibilidad histórica de la existencia de determinados significados; e identificar algunas motivaciones de los nombres aruacos de los seres animados e inanimados.

Cagua

Los lexicógrafos cubanos del siglo XIX y primeras décadas del XX no recogieron en su obra este aruaquismo insular. Una posible explicación es que el empleo del término haya estado limitado a algunos medios rurales y con el incremento de la emigración del campo a las ciudades se haya extendido a una mayor proporción de la población. Entre 1907 y 2012, la población de Cuba residente en asentamientos de mil y más habitantes pasó del 43,9% al 81,5%, según la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba9.

En su Diccionario ejemplificado del español de Cuba, Antonia María Trista Pérez y Gisela Cárdenas Molina, registran el vocablo de la siguiente forma:

Cagua. m. coloq. Sombrero de hombre: –Igual que siempre -contestó Pinchi con su inseparable cagua en la cabeza. Las jevas, los tragos, la maldá.  (Álvarez Jané, E, 1981)10.

Los vocablos en lokono que significan sombrero se presentan en la tabla 2.

Tabla 2

Vocablos en lokono que significan sombrero

Koama es un vocablo analizable y está compuesto por la raíz koa / kwa y el sufijo –ma. En la tabla 3 se relacionan los significados en lokono de koa y algunos vocablos derivados.

Tabla 3

Significados en lokono de koa / kwa y algunos vocablos derivados

 El rasgo semántico ‘continuación’ está presente de una u otra forma en todos los significados incluídos en la tabla 3. Esto es evidente en ‘todavía’, ‘aún’, ‘otro’, ‘permanecer’ y ‘siempre’. En el caso de ‘modo’, manera’ y ‘forma’, se expresa en cualidades o procedimientos que permanecen (continúan) inalterables al ejecutar una acción. Por su parte, en ‘instrumento’ y ‘herramienta’, indica la repetición (continuación) de una acción múltiples veces.

Los significados ‘cuerno’, ‘sombrero’ y ‘cangrejo’ están asociados a la forma curvada de los referentes, ya que la circunferencia no se aleja del centro, “permanece” (continúa) a la misma distancia. C. H de Goeje, señala explícitamente la presencia del rasgo semántico ‘curvado’ en el significado de ‘cuerno’ y ‘sombrero’17; en cuanto a ‘cangrejo, presumiblemente se asocia a la forma de su caparazon, que tiende a ser circular.

Analicemos ahora la posible relación entre koana, ‘instrumento’ y el aruaquismo insular coa. Este último está recogido por la Real Academia Española (2014) en la 23 edición del Diccionario de la lengua española, como voz taína con el significado de: “Palo aguzado que los indios taínos usaban en la labranza para abrir hoyos en los conucos”18.

Para expresar en lokono el significado ‘instrumento’, ‘herramienta’, se agrega a la raíz koa el sufijo –na, el cual refuerza el sentido de ‘continuación’, ‘pluralidad’19, koa, ’repetir’ + –na, ‘continuación’, ‘pluralidad’ = koana, ‘repetición continua’, ‘repetición múltiple’.

En aruaco insular, por su parte, la coa es la ‘herramienta’ por antonomasia y este significado es denotado sin necesidad de agregar el sufijo –na. Su inclusión en el vocablo lokono koana parece ser una modificación posterior a la separación de las lenguas, dirigida a evitar ambigüedades, dados los numerosos significados de koa.

En lokono, el vocablo para nombrar al sombrero (koama) incluye en su estructura el sufijo –ma, el cual tiene más de un significado, pero en el caso que nos ocupa es una forma de oma, ‘con’, ‘en compañía de’20 e indica ‘cooparticipantes involucrados de igual forma en una actividad’ y ‘proximidad espacial’21.

Este análisis sugiere también que en el aruaco insular el significado del vocablo coa, puede unir al rasgo semántico ‘permanencia’, ‘continuación’, los rasgos semánticos presentes en el significado del sufijo lokono –ma (‘cooparticipantes involucrados de igual forma en una actividad’ y ‘proximidad espacial’).  Tal significado puede traducirse como ‘permanecer junto a’,  ‘estar junto a’. Según C. H. de Goeje, “los aruacos no hacen distinción entre el tiempo y el espacio en la forma que nosotros lo hacemos”22. En ese sentido, al denotar por medio de una palabra alguna acción en el tiempo (permanencia y repetición), también expresan esa misma acción en el espacio.

El significado ‘permanecer junto a’ del vocablo aruaco insular coa, denota relaciones espaciales  recíprocas. Una relación espacial recíproca se observa, por ejemplo, en la siguiente oración: “el libro esta junto a la cartera”; de igual forma podríamos decir sin faltar a la verdad, “la cartera está junto al libro”. Sin embargo, en las oraciones, “el libro está en la cartera” y “el libro esta sobre la cartera”, las relaciones espaciales no son recíprocas (los cooparticipantes no estan involucrados de igual forma en la actividad).  

En el lokono moderno, el vocablo koa se diferencia del aruaco insular coa, en que no denota las relaciones espaciales recíprocas por sí solo, aunque sí participa como adverbializador en las construcciones que expresan tal tipo de relaciones, junto al prefijo atributivo ka y un sustantivo configuracional. Por ejemplo, kashibâkwan, ‘frente a frente’, donde ka (‘con’) es el prefijo atributivo; shibo (‘cara’, ‘frente’) es el sustantivo configuracional, kwa es el continuativo y n es un nominalizador de verbos23.

.Respecto a la pronunciación de cagua y a las transformaciones fonológicas y morfológicas que lo llevaron a su forma actual en el español hablado en Cuba, en lokono, según refiere Willem J. A. Pet, el fonema /o/ fluctúa entre [o] y [u], con alguna tendencia a asimilar en altura a la vocal de la sílaba siguiente, excepto cuando precede a una sílaba que contenga una /i/, en cuyo caso se acerca a  una [u]24. Benett, al explicar la pronunciación del fonema /o/, indica hacerlo como en la palabra inglesa note. Además, refiere que cuando la sílaba que lo contiene recibe la fuerza de la pronunciación, ésta se hace más larga25. Ese es el caso de koa.

La existencia de esta misma pronunciación en el aruaco insular, explica cómo fue posible la transformación fonética de coa en el aruaquismo insular cagua.

Cabe preguntarse ¿porqué coa devino cagua en varios aruaquismos insulares, mientras en otros, como coa, barbacoa y la terminación -coa de varios topónimos, se pronuncia diferente?

La respuesta se encuentra en la rápida asimilación por los españoles del nombre de la herramienta y de los topónimos, determinada por la necesidad de alimentos producidos por los indígenas y de orientarse. En otras palabras, coa ingresó al español por la vía de los oídos, el cerebro y el aparato fonador de los conquistadores en la etapa inicial de la transculturación indohispánica, con el resultado de la corrupción del vocablo aruaco. Por otra parte, los aruaquismos insulares con el morfema cagua en su estructura, se generaron en medios sociales establecidos posteriormente, caracterizados por el mestizaje biológico y cultural entre aborígenes y españoles, y una pronunciación de los vocablos indígenas más cercana a la aruaca insular.

Aunque coa es documentada por Oviedo en 1550 26, los españoles conocían la herramienta desde mucho antes. Las Casas relata como, en el año 1498, un cacique de la Española se presentó con miles de hombres con coas y le ofreció a Bartolomé Colón labrarle un gran campo a cambio de la libertad de su mujer, hermana del cacique rebelde Mayobanex27. Por su parte, barbacoa aparece por primera vez en los textos en 1513 28.

En cuanto a los topónimos, Pedro Mártir de Anglería registra en la tercera de sus Décadas del Nuevo Mundo, publicada en 1516 con información recopilada en años precedentes, los siguientes: Caicoa, Habacoa, Canabacoa y Occoa, todos ubicados en La Española29.

La carta de Diego Velazquez al rey de España del primero de abril de 1514, donde relata las nuevas sobre la conquista de Cuba, constituye también una clara evidencia del empleo de los topónimos aruacos para orientarse en el terreno en esa etapa histórica. En este documento se registran 28 topónimos aruaco insulares correspondientes a 16 provincias, 6 ríos, 3 pueblos, 2 islas (Cuba y Jamaica) y 2 puertos (Guacanayabo se menciona como provincia y como puerto). En la misiva, Velazquez también le traslada al rey la necesidad de herramientas “para sacar oro y para facer las labranzas”, lo cual nos habla de la dependencia en que se encontraban los conquistadores de la coa aborigen30.

Referente a la presencia de aborígenes y sus descendientes en la sociedad posterior a la conquista, un estudio genético desarrollado por Marcheco-Teruel et.al., demuestra que en la actualidad el 34.5% de la información genética presente en el ADN mitocondrial de la población cubana procede de mujeres nativo americanas (esta infomación genética se trasmite únicamente por vía materna), y en algunas provincias la proporción se acerca al 60%31. Existen razones para suponer que entre los siglos XVI y XVIII esta relación era significativamente mayor: según el Centro de Estudios Demográficos de Cuba, el censo de 1774 cifró la población de Cuba en 172 600 habitantes. Entre 1774 y 1877 se introdujeron al país unos 750 mil esclavos africanos y en las primeras tres décadas del siglo XX arribaron más de un millón de inmigrantes, la mayoría europeos y alrededor de la cuarta parte antillanos (haitianos, jamaicanos y otros)32.

Sobre el papel de la mujer en la introducción de los aruaquismos insulares al español, Tomás Buesa Óliver, en un ánalisis que omite la violencia de que fueron objeto las aborígenes, refiere:

La mujer india, ya que al principio la inmigración peninsular estuvo constituida casi exclusivamente por hombres, iba a representar un papel importantísimo en la vida afectiva y en el hogar del conquistador o del colono, bien como compañera, bien como criada, contribuyendo a que aquéllos fueran familiarizándose con la terminología indígena33.

A lo señalado por Buesa, es necesario agregar que, según confirman los estudios, la madre desempeña un importante papel en la adquisición del habla infantil.

En cuanto a la etimología de cagua, ‘sombrero’, todo parece indicar que está relacionada con los tocados que los aruacos insulares y lokonos utilizaban en la cabeza, frecuentemente elaborados con plumas. Cristobal Colón observó esta costumbre en las cercanías de Baracoa, Cuba, y la registró en su diario de navegación el tres de diciembre de 1492: “(…) eran muy muchos, todos tintos de colorado y desnudos como su madre los parió, y alguno de ellos con penachos en la cabeza y otras plumas (…)”34.

Una pluma sujeta a la cabeza puede ser percibida metafóricamente como un cuerno y un tocado de plumas, como una cornamenta (en las Guyanas existen animales autóctonos con cuernos, como el ciervo de cola blanca, Odocoileus Virginianus, nombrado en lokono beyu35 y la corzuela, Mazama americana, nombrada en lokono koyara36. Así pues, el significado literal del aruaquismo insular cagua es ‘cuerno’, ‘cornamenta’ (ver figura 1).

Figura 1

El tocado de plumas lokono y las cornamentas de la corzuela y el ciervo de cola blanca

a. Adaptado de.Ilustración “Asamblea de aruacos en Mahaiconi, 1844”. En The Indian Tribes of Guyana, por W. H. Brett, p. 202, Londrés, 1868. b. Adaptado de foto: whaldener_endo. Dominio público. c. Adaptado.de Ilustración “Danza Maquarri de los aruacos en Koraja”. En The Indian Tribes of Guyana, por W. H. Brett, p. 154, Londrés, 1868. d. Adaptado de foto: Teresa Murr. CC BY-NC

Esta etimología explica porqué las plumas de las flechas se nombran en lokono simal-o-koama, ‘sombrero de la flecha’37.  

Como es conocido, en las Antillas no existen mamíferos autóctonos con cuernos, pero en las Antillas Menores (Granada y Carriacou) han sido encontrados restos óseos de Odocoileus Virginianus y de otro tipo de ciervo que por su tamaño se presume que sea la Mazama americana, transportados al Caribe por indoamericanos antes de la llegada de los europeos38. Asimismo, se han encontrado pendientes confeccionados con dientes de jaguar (Panthera onca), pecarí (Tayassu pecari) y tapir (Tapirus terrestris) en las Antillas Menores y Puerto Rico, lo que sugiere que objetos de origen distante eran altamente valorados por ellos39. Estos elementos de juicio indican que es posible que se mantuviera entre ellos cierta noción de la existencia de animales con cuernos, aunque es una incognita si todavía relacionaban el vocablo cagua con esas especies zoológicas.

Lo referido sobre el morfema coa tiene relevancia en el ámbito del estudio de la toponimia aruaca insular donde aparece en la estructura de algunos topónimos. Así por ejemplo, revisemos la etimología de Baracoa hecha por el Daniel Garrinson Brinton, arqueólogo, etnólogo y lingüista de Estados Unidos del siglo XIX, quien fue el primero en advertir la relación de parentesco entre el lokono y el aruaco insular. Refiriendose a la oriental localidad cubana, dice: “Baracoa, the name of province on the coast, is from Ar. Bara sea, koan to be there, “the sea is there”40 (“Baracoa, el nombre de una provincia en la costa, viene del arawack bara mar, koan estar ahí, ‘el mar está ahí”).

Esta etimología no toma totalmente en cuenta el modelo de nominación aruaco y la sicología que lo acompaña. ¿Qué atributo especial concede la circunstancia de estar en la costa a un lugar ubicado en una isla? ¿Qué valor de referencia? ¿Qué lo distingue de los demás?

La dirección de la migración de los pueblos aruacos que poblaron las Antillas desde Sudamérica, fue de sur a norte y de este a oeste. En el caso de Cuba, lo más probable es que hayan arribado por la costa sur oriental del país. En algún momento, los pioneros que arribaron a nuestro territorio continuaron su movimiento y descubrieron al norte… ¡otra vez el mar!

Cualquier aborigen que quisiera saber cómo llegar a Baracoa por tierra desde la costa sur oriental de Cuba, podía ser fácilmente encaminado: sigue al norte hasta el mar de enfrente.

Existen en Cuba dos localidades nombradas Baracoa, una tercera corresponde a un barrio de Santiago de los Caballeros, República Dominicana.  Las tres están situadas en la costa norte de sus países insulares. Probablemente en los tres casos este topónimo indica la existencia de poblaciones asentadas en costas opuestas que se relacionaban entre sí.

Así pues, Baracoa significa ‘mar de enfrente’ y su motivación, asociada a la repetición de un tipo de lugar y a la relación espacial recíproca y permanente entre ellos, es similar a la nuestra cuando utilizamos en español una expresión como, “la acera de enfrente”.

También requiere precisión la etimología del topónimo Guaniguanico realizada por Brinton: “Guaniguanico, a province on the narrow western extremity of the island, with the sea on either side, is probably Ar. wuini wuini koa, water, water is there.”41 (“Guaniguanico, una provincia en la estrecha extremidad occidental de la isla, con el mar en ambos lados, es probablemente Ar. wuini wuini koa, agua, agua está ahí”).

En este caso, la reduplicación de guani (en lokono wuini42) ‘agua’, forma un sustantivo colectivo43 y –co es una forma que algunas veces adopta el morfema coa cuando aparece como sufijo y que también se encuentra en lokono (-ko)44. De tal forma, el significado de Guaniguanico es ‘aguas, una frente a otra’.

La sierra de Guaniguanico, con elevaciones promedio entre 200 y 500 metros y algunas superiores a 600 metros, se extiende longitudinalmente en las provincias de Pinar del Río y Artemisa, donde la isla de Cuba tiene un ancho de entre 31 y 70 km. A las citadas alturas, en algunos puntos se observan al mismo tiempo ambas costas, en el norte y el sur. Probablemente la vista de este paisaje por los aborígenes cubanos aruaco hablantes motivó el nombre de la sierra y la región.

Referencias:

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  15. Patte, Marie France. 2011. Obra citada. Página 128.
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  17. Goeje, C. H. de.1928. Obra citada. Página 161.
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  19. Goeje, C. H. de.1928. Obra citada. Páginas 35, 118-119.
  20. Pet, Willem J. A. 2011. Obra citada. Página 150.
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  22. Goeje, C. H. de.1928. Obra citada. Página 49.
  23. Rybka, K. A. (2016). Obra citada. Páginas 134-136.
  24. Pet, Willem J. A. 2011. Obra citada. Página 7.
  25. Bennett, John Peter. 1995. Página 7.
  26. Buesa Oliver, Tomás, 1965. Obra citada. Página 23.
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  41. Brinton, D. G. 1871. Obra citada.
  42. Goeje, C. H. de.1928. Obra citada. Páginas 35, 167.
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