En el español de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, se utiliza el vocablo sato con significados que no se encuentran en otros paises hispanohablantes, particularidad geográfica que constituye un fuerte indicio de su procedencia del aruaco insular, lengua hablada por los aborígenes de las Antillas Mayores.

Veamos como recoge esta voz el Diccionario de la lengua española:

Sato, ta. ad. 1. Cuba y P. Rico. Dicho de un perro o de un gato: Pequeño, de cualquier color y pelo corto, vagabundo y, en el caso del perro, ladrador. ║2. coloq. Ant. Dicho de una persona, especialmente de una mujer: Que coquetea. ║3. coloq. Cuba. Dicho de una cosa: Que abunda. ║4. R. Dom. Gracioso, agradable, simpático1.

Antes de continuar, debemos distinguir el vocablo que analizamos de la muy poco usada voz homófona y homógrafa, sato, ‘sembrado’, procedente del latín satus, de serĕre ‘sembrar’2 y que no guarda ninguna relación con el anterior. En lo adelante, al mencionar sato, estaremos refiriéndonos al primero.

En 1836, el geógrafo y lexicógrafo Esteban Pichardo incluyó esta voz en su Diccionario provincial de voces cubanas con los significados de:

 SATO, TA. N. s. m. y f. una de las especies de perros pequeños, de los más inútiles, pero ladradores y andariegos. ║SATA. fam. La mujer coqueta y estremosa [extremosa] con todos los hombres3.

En las ediciones de 1849, 1862 y 1875 de la obra de Pichardo, la segunda acepción aparece vinculada a la primera: “sata. -fam.- Por alusión a la lubricidad de la hembra de aquella especie, la mujer coqueta y estremosa con todos los hombres”4, 5, 6.

Con vistas a demostrar el origen aruaco insular del vocablo objeto de análisis,  utilizaremos la técnica del estudio comparativo, dirigida a identificar similitudes léxicas y fonéticas con otras lenguas de la misma familia, principalmenter el lokono, lengua aruaca hablada en la región de las Guayanas. Según Kouwenberg, “la evidencia léxica y morfológica -a pesar de ser limitada- fundamenta la opinión de que el taíno y el lokono son dialectos cercanos de una misma lengua”7.

En la estructura del vocablo se aprecian dos morfemas: sa + to =sato. El primero es registrado en lokono por C. H. de Goeje como (i)sa con los siguientes significados: ‘formado’, ‘sano’, ‘bueno’, ‘hermoso’, ‘niño’, ‘animal joven’, ‘huevo’8.

Por su parte, el sufijo -to / -tu es una forma del vocablo oto (también utu, otu, uttu), el cual significa ‘hija’*. Tiene además otras funciones; entre ellas, formar adjetivos sustantivados y adjetivos atributivos cuando se habla de una mujer o de uno o más seres no racionales o cosas9. Veamos algunos ejemplos10, 11:

a. ipirun, ‘ser grande’; ipirutu, ‘algo grande’.

b. wádin, ‘ser largo’; wáditu, ‘algo largo’.

c. ikihi, ‘fuego’; ikihi-tu kaspara, ‘espada ardiente’.

d. sa, ‘bueno’, ‘santo’; sa-tu ajia-hu, ‘santa palabra’, ‘el evangelio’.

Debido a los múltiples significados del morfema sa, el vocablo sato puede tener también varios significados en lokono y presumiblemente en aruaco insular. Por ejemplo, en el inciso d) citado anteriormente, podemos apreciar que sa-tu significa ‘santo’ en lokono.

John Peter Bennet, hablante nativo de lokono, registra el vocativo “satho, ‘mi buena mujer’ (my good woman)12. C. H. de Goeje apunta que se utiliza con frecuencia en esa lengua para dirigirse a mujeres jóvenes: sá-tu, ‘hermana pequeña’ (little sister)13. Asimismo, sato significa en lokono ‘hermosa’. Es presumible que en arauco insular este vocablo tuviera esos mismos significados. Entonces cabe preguntarse, ¿cómo evolucionaron a ‘mujer coqueta’ al ingresar el vocablo al español?.  La respuesta requiere un análisis de la situación de la mujer aborigen durante el proceso de transculturación indohispánica.

Los conquistadores españoles trajeron consigo pocas mujeres a las tierras de América y desde muy temprano utilizaron la violencia para satisfacer sus necesidades sexuales. Es tristemente celebre el pasaje de la carta de Miguel de Cuneo, uno de los hombres que participó en el segundo viaje de Cristobal Colón, donde relata cómo violó a una aborigen caribe que le fue entregada por el propio almirante14. Bartolomé de Las Casas repetidamente denuncia esas prácticas. En la Brevísima relación de la destrucción de las Indias refiere:

En la isla Española, que fué la primera donde entraron cristianos y comenzaron los grandes estragos y perdiciones de estas gentes y que primero destruyeron y despoblaron, comenzando los cristianos a tomar las mujeres y hijos a los indios para servirse y para usar mal de ellos…15

En Cuba, es conocido el caso de Vasco Porcallo de Figueroa, noble español dueño de grandes haciendas y numerosas encomiendas, quien dejó varios hijos e hijas, unos legítimos y otros naturales, tenidos con indias, hijas de caciques, según relata el historiador Ramiro Guerra16. El gobernador interino Manuel de Rojas escribió al Rey en 1534 que algunas revueltas de los indios bayameses se debían a abusos cometidos con sus mujeres17. Al informar al monarca sobre la situación en las villas de  Trinidad, Sancti Spíritus y Puerto Príncipe, Rojas relata:

En todas las dichas tres villas había personas amancevadas y abarraganadas con sus propias naborías algunas de ellas, y otros con sus esclavas y otros con hijas de españoles y mujeres de esta tierra, con tanta paz y sosiego como si estuvieran a ley de bendición18.

En este ambiente colonial, donde la aborigen era considerada un objeto de satisfacción sexual accesible sin restricciones morales ni legales, la voz para expresar ‘belleza’ y vocativo respetuoso utilizado por la población indígena para dirigirse a las mujeres y en particular a las jóvenes, fue siendo percibido por los españoles como un término identificativo de sus víctimas potenciales. La asociación del vocablo con las prácticas de búsqueda de pareja, terminó por culpar a la mujer de aquellos mismos actos y conductas que ellas sufrían, y de esta forma la voz sato pasó a significar ‘coqueta’.

La culpabilización de las víctimas, fenómeno también denominado “inversión de la responsabilidad”, es un tipo de mecanismo sicológico que se observa en contextos racistas y sexistas. Entre los factores que originaron este tipo de actitud hacia las mujeres aborígenes y sus descendientes, se encuentran, la influencia de la sociedad patriarcal de la que procedían los colonizadores y el racismo anti-indígena legitimizador de la dominación colonial. Otras causas de la generalización de este tipo de mentalidad señaladas por estudios de psicologia social, son: la tendencia a diferenciarse de las víctimas como mecanismo de defensa que reduce el temor a un destino similar y protege al observador de ser culpado en caso de que ocurra, y la necesidad motivacional de las personas de considerar que el “mundo es justo” y mantener una percepción de control y confianza sobre el entorno19, 20.

Con anterioridad nos referimos a la violación de una indígena por el expedicionario del segundo viaje de Colón, Miguel de Cuneo. El relato que éste hace del suceso incluye la culpabilización de la víctima:

Como yo estaba en el batel, apresé una caníbal bellísima y el Señor Almirante me la regaló. Yo la tenía en mi camarote y, como según su costumbre estaba desnuda, me vinieron deseos de solazarme con ella. Cuando quise poner en ejecución mi deseo ella se opuso y me atacó en tal forma con las uñas que no hubiera querido haber empezado. Pero así las cosas, para contaros todo de una vez, tomé una soga y la azoté de tal manera que lanzó gritos inauditos como no podríais creerlo. Finalmente nos pusimos en tal forma de acuerdo que baste con deciros que realmente parecía amaestrada en una escuela de rameras21.

Es realmente increible que, después de luchar deseperadamente y ser azotada salvajemente con una soga –que en los barcos suelen ser gruesas y pesadas-, la víctima haya participado de buen grado e incluso disfrutado del acto, como sugiere Cuneo. Es evidente el paralelismo con la práctica de tildar de “coquetas” a las indígenas.

En la actitud de los colonizadores hacia la mujer aborigen influyeron también diferencias culturales en cuanto a la sexualidad. Los pilares del ideal femenino cristiano, como  la virginidad, el sexo sólo dentro del matrimonio, la inadmisibiliad del cambio de pareja y el recato, eran ajenos al modo de vida indígena. La opinión negativa resultante de este contraste cultural debió, asimismo, motivar la acepción de ‘coqueta’ del vocablo sato y fue una de las causas por la que los españoles eran reacios a formalizar sus uniones con las aborígenes22, como se puede apreciar en la misiva del gobernador Rojas al Rey de España citada con anterioridad.

Es conveniente recordar que, a pesar de estas diferencias con los europeos, en la sociedad agroalfarera aruaca se establecían uniones monógamas entre mujeres y hombres, con excepción de los caciques, quienes tenían varias esposas, y varios relatos de los cronistas atestiguan la tristeza y desesperación que mostraban al ser separados de sus seres queridos. 

En las comunidades agroalfareras de los aborígenes antillanos, las tareas se efectuaban sobre la base de la cooperación simple, la posible división del trabajo por sexo y edades, y la especialización en distintas actividades23.  La mujeres se dedicaban a la siembra, cosecha, preparación del casabe, cestería, tejido del algodón y alfarería, así como a las tareas domésticas. Además, participaban en juegos de pelota y areítos, así como en el gobierno y organización política, debido a que el puesto de cacique se heredaba matrilinealmente y la madre y hermanas del cacique tenían gran influencia e incluso llegaron a ser cacicas ellas mismas24. La desintegración de la sociedad comunitaria de la que procedían, junto a la opresión colonial machista, significó  un empeoramiento drástico de la situación de la mujer aborigen, lo cual se reflejó en la formación de las primeras familias criollas, muchas de las cuales probablemente fueron uniparentales debido al abandono paterno. El hecho de que pudieran salir adelante en el sustento y crianza de los hijos, sólo se puede explicar por la intervención de las redes de apoyo comunitarias heredadas de la organización social tribal, las cuales se transformaron pero persisitieron y dieron lugar a formas de interrelación vecinales de ayuda mutua que hasta el día de hoy caracterizan a la sociedad cubana y constituyen evidencia de un proceso efectivo de transculturación.

Este rasgo de la población criolla fue el que más impresionó al fraile franciscano Alonso Gregorio de Escobedo,  quien, en una fecha tan temprana como 1587, pasó una temporada en Baracoa, y relata en su poema, La Florida, sus impresiones sobre los habitantes de los alrededores de la villa primada de Cuba:

No se gasta dinero en el camino; / en todas partes dan buena comida. / Nunca falta ternera de contino, / que comerla en verano da la vida; / agua fría se bebe, que no hay vino. / La gente es dadivosa y tan cumplida / que da con mucho gusto lo que tiene / al caminante que a su casa viene.

Aunque nuestro español vaya de paso, / le darán diez caballos con presteza. / Ningún criollo muestra ser escaso; / por su señora tiene a la largueza, / y si llegan diez huéspedes acaso, / los regalan y dan de su pobreza, / un día, dos y diez, cincuenta o ciento, / y les sirven con gusto y gran contento25.

Los estudios genéticos permiten apreciar la escala de estos procesos sociales. La investigación desarrollada por Marcheco-Teruel et.al., infiere que en la actualidad el 34.5% de la información genética presente en el ADN mitocondrial de la población cubana procede de mujeres nativo americanas (esta información genética se trasmite únicamente por vía materna), y en algunas provincias la proporción se acerca al 60%26. Existen razones para suponer que entre los siglos XVI y XVIII esta relación era significativamente mayor, si tenemos en cuenta que la población de Cuba que en 1774 era de 172 600 habitantes, experimentó posteriormente la introducción de 750 mil esclavos africanos, más de un millón de inmigrantes europeos y antillanos y alrededor de 125 mil asiáticos27.

El mencionado estudio también infiere de la información genética presente en el cromosoma Y de los sujetos estudiados, que la contribución ancestral de los hombres nativo americanos en la población cubana es en la actualidad de solamente el 0,5%, lo cual evidencia la intensidad con la cual los conquistadores monopolizaban las mujeres indígenas con fines sexuales.  

En República Dominicana, junto con la acepción de ‘coqueta’, común a las tres Antillas Mayores de habla hispana, sato mantuvo el significado de ‘gracioso, agradable, simpático’, cercano al original de ‘bueno’ y ‘hermoso’ del vocablo aruaco insular.

Se hace evidente que es falsa la suposición de Pichardo sobre el origen de la acepción ‘coqueta’: “por alusión a la lubricidad de la hembra de aquella especie” [la perra sata].

En cuanto a esa acepción de sato, ‘una de las especies de perros pequeños, de los más inútiles, pero ladradores y andariegos’, parece ser el tamaño de esta especie de animales, la característica que motiva su nombre aruaco insular. Recordemos que uno de los significados de sa en lokono y presumiblemente en aruaco insular es el de ‘animal joven’. De tal forma que sato también significa ‘cachorro’, lo cual se corresponde con la talla de la especie en cuestión.

Los aborígenes antillanos poseían un tipo de perro mudo, más bien pequeño, al cual llamaban aon, los cuales fueron exterminados en parte por los españoles, quienes se los comían durante las etapas de hambruna que padecieron en los primeros años de la conquista, mientras otra parte se mezcló con los perros europeos. A partir del segundo viaje de Colón, los conquistadores llevaron a América perros de gran tamaño, mastines y galgos, entre otros, a los cuales utilizaban para combatir, cazar, castigar y amedrentar a los indígenas. Con el tiempo, una parte de ellos se volvió salvaje y causaban estragos en el ganado vacuno y porcino de los hatos y corrales. También ocurrió una adaptación de los aborígenes a las nuevas especies caninas que comenzaron a emplear en diversas labores y como acompañantes28. La existencia de razas caninas de distintos tamaños motivó que a las de más pequeña talla les llamaran sato, ‘cachorro’. Posteriormente el significado se ha extendido en Cuba y Puerto Rico a cualquier perro o gato que no sea de raza pura.

En Cuba, sato puede significar también ‘abundante’, acepción que parece provenir de una metáfora a partir de la asociación con la numerosa cantidad de perros satos vagabundos.

Desde la tercera década del siglo XX, se ha registrado en Canarias sato con los significados de: ‘simple, inocente’, y dicho de una persona o animal, ‘de baja altura’. Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, en su Diccionario histórico del español de Canarias consideran que ambos casos pudieran provenir de ‘perro sato’29.

Este recorrido por la historia del vocablo sato demuestra el vínculo entre los procesos sociales que se desarrollaron en las Antillas Mayores durante la transculturación indohispánica y el ingreso al español de los aruaquismos insulares. Permite también acercarnos a las interioridades del proceso de mestizaje iniciado tras la conquista que dio lugar al criollo. En general, este tipo de estudios enriquece el conocimiento sobre el legado cultural de la raíz aborigen en la formación de nuestros pueblos y contribuye a llenar el vacío que en este tema todavía existe.

Referencias

  1. Real Academia Española. 2014. Diccionario de la lengua española. Vigesimo tercera edición. Edición del tricentenario.
  2. Real Academia Española. 2014. Obra citada.
  3. Pichardo, Esteban. 1836. Diccionario provincial de voces cubanas. Imprenta de la Real Marina. Matanzas.
  4. ———————-. 1849. Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas. Segunda edición. Imprenta de M. Soler. Habana.
  5. ———————-. 1862. Diccionario provincial casi razonado de vozes cubanas. Tercera edición. Imprenta de La Antilla. La Habana.
  6. ———————-. 1875. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas. Cuarta edición. Imprenta El Trabajo. La Habana. 
  7. Kouwenberg, Silvia. 2010. Taino’s linguistic afiliation with mainland Arawak. En Proceedings of the Twenty-Second Congress of the International Association for Caribbean Archaeology (IACA). The Jamaica National Heritage Trust. Kingston. https://www.researchgate.net.
  8. Goeje, C. H. de.1928. The Arawak Languaje of Guiana. Cambridge University Press. www.cambridge.org. Páginas 38, 152, 195.
  9. De Goeje, C. H. 1928. Obra citada. Páginas 43, 193.
  10. Hermanos Moravos. 1882. Arawakisch-Deutches Wörterbuch, Abschrift eines im Besitze der Herrnhuter Bruder-Unität bei Zittau sich befindlichen-Manuscriptes. En Grammaires et Vocabulaires Roucouyene, Arrouague, Piapoco et D’autre Langues de la Région des Guyanes, par MM. J. Crevaux, P. Sagot, L. Adam. Paris, Maisonneuve et Cie, Libraries-Editeurs. Copia digital descargada de: http://books.google.com: Páginas a) 175, b) 177
  11. De Goeje, C. H. 1928. Obra citada.  Páginas c) 70, d) 70.
  12. Bennett, John Peter. 1995. Twenty-Eigth Lessons in Loko (Arawak). A teaching guide, Walter Roth Museum of Anthropology, Georgetown, Guyana. Página 26.
  13. De Goeje, C. H. 1928. Obra citada. Página 195.
  14. Reding Blase, Sofía. 2019. “Imaginario sobre el descubrimiento: crónicas sobre mujeres y antropofagia”. En Cuadernos americanos 168. México. Página 128.
  15. Las Casas, Bartolomé. 1991. Brevisima relación de la destrucción de las Indias. Edición de Andrés Moreno Mengíbar. Colección Er Textos Clásicos. Istituto italiano per gli Studi Fiolosofici. Sevilla. España. Página 10.
  16. Guerra y Sánchez, Ramiro. 1921. Historia de Cuba. Imprenta “El Siglo XX”. La Habana.           Tomo I. Páginas 390-391.
  17. ——————————–. 1921. Obra citada. Tomo I. Página 121.
  18. ——————————–. 1921. Obra citada. Tomo I. Página 397.
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  20. Maes, Jürgen. 1994. Blaming the Victim: Belief in Control or Belief in Justice? Social Justice Research. Vol. 7. No. 1. https://researchgate.net.
  21. Herren, Ricardo. 1997. La conquista erótica de las Indias. Editorial Planeta-De Agostini, S.A. Barcelona. Página 71.
  22. Herren, Ricardo. 1997. Obra citada.
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  26. Marcheco-Teruel B, Parra EJ, Fuentes-Smith E, Salas A, Buttenschøn HN, et al. 2014. Cuba: Exploring the History of Admixture and the Genetic Basis of Pigmentation Using Autosomal and Uniparental Markers. PLoS Genet 10(7): e1004488. doi:10.1371/journal.pgen.1004488.
  27. Centro de Estudios Demográficos.1974. La población de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. Instituto Cubano del Libro.
  28. Bueno Jiménez, Alfredo. 2011. “Los perros en la conquista de América: historia e inconografía”. En Chronica Nova, 37. Página 177-204. https://researchgate.net.
  29. Corrales, Cristóbal y Corbella Dolores. 2013. Diccionario histórico del español de Canarias (DHECan). http;//web.frl.es/DHECan.html. 15.09.2024.

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